"Una de las consecuencias del pecado original de Adán y Eva es la muerte y, precursora de la muerta, es la enfermedad. De estas dos realidades nadie puede escapar. La enfermedad es cualquier desorden físico o nervioso que afecta a la persona en algún momento de su existencia. La experiencia muestra que cuando la gente se enferma, cualquier promesa para recuperar la salud es seductora. Cuando Dios nos prueba con enfermedades o aflicciones, tiene siempre propósitos de sabiduría y bondad, en favor de nuestra salvación. El consejo bíblico para todos es: "Hijo, cuando estés enfermo, no te descuides a ti mismo, antes ruega al Señor y Él te curará" (Eclesiástico 38,9).."